Cuando el cáncer infantil «toca» toda la familia enferma

El diagnóstico de un cáncer infantil supone una ruptura en el proyecto de vida de cualquier familia y un fuerte impacto emocional en los padres, hermanos y en el propio niño, que deberán convivir con la noria de emociones que acompaña a todo el proceso, que suele ser largo.

“Cuando se habla de cáncer infantil no se habla de un niño enfermo, sino de una estructura familiar que también enferma”
El momento de la comunicación del diagnóstico es para los padres uno de los más difíciles y de mayor conmoción. Es cuando pueden sentir que “el futuro ya no existe”; todos los pilares que tenían hasta entonces se ven afectados y muchos de ellos caen.

Los padres cuando oyen por primera vez la palabra cáncer o tumor la asocian a muerte aunque no lo admitan. “En ese momento -según la psicóloga Moriconi- dejan de escuchar al médico y solo minutos, horas o días después, reaccionan”.

La muerte es una de las principales preocupaciones para el enfermo cuando es adolescente y este sentimiento de los hijos supone una de las “angustias mayores” para los padres.
En otras edades más tempranas, el mayor temor es el dolor y tener que separarse de los padres porque, según Moriconi, “no tienen un concepto de enfermedad estructurado como los adultos, a pesar de que entienden que algo está pasando”.

Los expertos coinciden en que al niño hay que decirle siempre la verdad, pero adaptada a su edad.

“Se le dice que tiene una enfermedad que se llama cáncer, que no sea un tabú, y siempre transmitiéndole la esperanza de que hay un tratamiento, porque afortunadamente el 80 por ciento de los tumores infantiles se curan”, asegura a Efe la psicooncóloga de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Niño Jesús, Carola del Río.

Pero ese porcentaje, aunque sea optimista, no es suficiente para consolar a los padres, porque se preguntan si su hijo “va a estar en el 20 o en el 80”. “Lo puedo ver cuando trabajo el duelo con los padres y me dicen: ‘me habían dicho que un 80 % se salvaban’. Y no les habían mentido”.

La hospitalización supone “una ruptura de la vida” de estas familias, que durante el tratamiento se ven sumergidas en “una mezcla de emociones”, según la psicóloga Del Río.

“El proceso de adaptación es como un sube y baja. Padres e hijos cuentan que es como una noria o una montaña rusa. Al inicio, a nivel emocional, están más impactados, con mayor shock, luego, a lo largo del proceso las emociones varían, se producen oscilaciones”.

Para adaptarse mejor, las psicólogas coinciden en que hay que buscar que el niño esté en una actitud activa cuando la enfermedad se lo permita, escucharles, dejarles que tomen pequeñas decisiones, pero también hacerles entender que existen límites, ya que en la mayoría de los casos se tiende a sobreprotegerlos.

Fuente: https://www.efesalud.com/cuando-el-cancer-infantil-toca-a-un-nino-toda-la-familia-enferma/


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